EL ACOSO ESCOLAR
Para
Petra María Alonso, catedrática de Antropología de la Educación de la
Universidad de Valencia, el grado de violencia que se vive en las aulas es un
fenómeno nuevo que revela un cambio en la socialización del niño. Los menores
de hoy, según la catedrática, no saben superar sus frustraciones, no han
aprendido a dilatar la gratificación y no saben compartir, porque muchos no han
tenido hermanos y, por tanto, nunca han repartido sus juguetes y ropa.
Si
a esto se añade que los padres trabajan todo el día y delegan el cuidado y la
educación de los hijos a abuelos, televisión e internet -desde donde acceden
fácilmente a contenidos violentos presentados de forma atractiva-, y que se ha
perdido la cultura del esfuerzo y del respeto a la autoridad, se da el caldo de
cultivo perfecto para que en las aulas se registre un clima de conflictividad
nunca antes visto.
Además,
Alonso insiste en un asunto que puede ser clave: ha desaparecido el juego
libre. Dice la experta que «ya no se juega en la calle ni con los hermanos en
casa, y los patios escolares han sido sustituidos por canchas deportivas, donde
se practican deportes en los que las reglas ya están fijadas».
El
juego, según Alonso, es el principal factor de socialización del niño, donde el
menor aprende a crear normas, a respetarlas, a ceder y a superar su
frustración; a saber ganar y perder, a compartir y tener empatía; a saber
cuáles son sus límites y a esperar su turno, ya que de otra forma quedaría
fuera del grupo. Pero cuando este juego es sustituido, y el niño sólo juega en
el parque, acompañado por un adulto que media al primer atisbo de conflicto,
sin dejar que los pequeños se las arreglen solos, el proceso de socialización
falla.
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Dan Olweus, doctor
en Psicología por la Universidad sueca de Umea y padre del concepto «bullying»,
aboga por poner límites firmes frente a los comportamientos inaceptables,
aplicar sanciones y potenciar figuras adultas de autoridad y modelos positivos.
Y su método lo avala con datos; desarrollado en 42 centros, con 2.500 alumnos
seguidos durante dos años, los resultados fueron la reducción a la mitad de los
problemas de violencia en las aulas y una clara disminución de la conducta
antisocial.